Deberíamos tomarlo en serio cuando nos lo dicen, actualmente vivimos en un constante ciclo de estrés, cortisol y rutinas que mantienen nuestro cuerpo y sistema nervioso alerta.
En algún momento del día debemos considerar un tiempo para desconectar de pendientes, obligaciones, rutinas, deberes o cualquier distracción para poder tomar un respiro. Todo descanso que le brindemos a nuestro cuerpo y sobre todo a la mente, nos permite reordenar las funciones y procesos biológicos de nuestro organismo.
La relajación es una vía de escape esencial frente a la tensión. Nos beneficia en dos aspectos: permite que la mente se desconecte de las situaciones que le generan tensión, al menos por breves instantes. Además, contribuye a que nuestro cuerpo libere tensiones musculares, las cuales surgen a raíz del estrés.
Es fundamental aprender, incluso desde la infancia, cómo y cuándo relajarnos. Existe una percepción errónea acerca de la relajación, al considerar que es exclusiva de personas religiosas o aquellos con un estilo de vida vinculado a la naturaleza. Sin embargo, es una actividad beneficiosa en cualquier etapa de nuestra existencia.
Los beneficios de relajarnos abarcan:
Disminución de la tensión.
Reducción de la contracción muscular.
Sensación de ligereza.
Atenuación del dolor.
Mejora en la concentración.
Mejor gestión emocional.
Regulación de hormonas relacionadas con el estrés.
Mayor disposición para aprender.
Mejor calidad del sueño.
Aumento de la percepción del entorno.
Algunas formas para relajarte: la meditación, actividades deportivas, actividades recreativas, yoga, mindfulness, leer, caminar o conectar con la naturaleza podrían ser algunas opciones.
¿Cómo identificar la necesidad de relajarse?
Aunque no existe un manual específico que determine cuándo es preciso relajarse, sí hay indicativos que debemos tener en cuenta.
Sensaciones corporales: Es vital prestar atención a las señales internas y externas que nuestro cuerpo nos envía, como dolores de cabeza, cuello, espalda o estómago.
Estado muscular: La tensión acumulada suele reflejarse en nuestros músculos. Si nos encontramos muy estresados, éstos se contraen, generando una sensación de rigidez, la cual resulta contraproducente.
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