Según la teoría del espejo, reflejamos o proyectamos en los demás aspectos de nuestra personalidad que nos gustan o disgustan. Veámoslo en detalle.
¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que ocurre cuando conectas con otra persona y un tiempo después descubres aspectos que no te terminan de agradar? La teoría del espejo de Jacques Lacan nos ayuda a entender este proceso. De acuerdo con el autor, la construcción de nuestra identidad personal se produce a través de la captación de uno mismo en otros. De esta manera, las relaciones que mantenemos con los demás son reflejos o proyecciones de aspectos de nuestra personalidad que nos gustan o no nos gustan.
¿Qué es la teoría del espejo?
Al igual que hay partes de nuestro cuerpo e imagen que no nos agradan cuando nos miramos al espejo, también hay aspectos de nuestra personalidad que no aceptamos. En este último caso, encontramos en los demás reflejos que rechazamos de nosotros mismos de manera inconsciente. Es decir, de alguna manera aquellos rasgos que menos nos gustan de los demás, son aspectos que están presentes en nosotros pero que rechazamos. Así, lo que nos desagrada de los demás también nos desagrada de nosotros mismos. Ahora bien, constantemente estamos proyectando una parte de nosotros. Así, la teoría del espejo es una visión que propone un cambio de enfoque: de tener que protegernos del otro para que no nos haga daño a una visión de la que nazca una pregunta “¿Para qué estoy viviendo esta situación con esta persona y que hay de lo que no soporto en ella en mí?”. Entonces, cuando no somos capaces de ver nuestras propias sombras e incluso virtudes, la vida nos da el regalo de las relaciones que vivimos para mostrarnos aquello que está en nosotros. El otro sencillamente nos hace de espejo, reflejándonos y dándonos la oportunidad de encontrarnos.
¿Cómo nos queremos?
El psicólogo Raúl Pérez afirma que “toda figura de apego nos sirve de espejo, para bien o para mal, ya que la forma en que los demás se portan con nosotros nos da información sobre cómo somos”. También señala que “el enganche con una pareja depende, en gran medida, de la imagen que devuelve de nosotros mismos”. De esta forma, si nos relacionamos de forma sana, buscaremos a alguien que nos devuelva la mejor versión de nosotros mismos. Sin embargo, cuando escogemos a alguien que refleja lo que menos nos gusta, según la teoría del espejo, podría ser porque de forma inconsciente creemos que no merecemos ser queridos. Así pues, dependerá de cómo nos queramos, si buscamos una pareja u otra.
Espejo directo o inverso
La teoría del espejo puede actuar de un modo directo o inverso. Pongamos un ejemplo. Imagina que no soportas el egoísmo de tu pareja o amigo. En este caso, el modo directo sería que estás proyectando esa parte de ti que es egoísta y que rechazas. Pero, si actuase de modo inverso, esta persona te podría estar reflejando lo poco que haces valer tus intereses. Quizá siempre estés pendiente de los demás y antepones a otras personas a ti. Así que, de una forma o de otra, te está aportando una información muy valiosa para tu conocimiento y evolución.
Lo que no me gusta de ti, lo corrijo en mí.
Puede que pienses que tu jefe es demasiado exigente contigo. Quizá tú también eres muy exigente y perfeccionista contigo mismo y tu jefe no es más que un reflejo de esa exigencia que te autoimpones. En cambio, es posible que seas demasiado tolerante y necesites un poco de rigor en tu vida. Y sabemos que en el equilibrio se encuentra la virtud.
Las cuatro leyes de la teoría del espejo
Ahora bien, para tener una idea más clara de cómo impacta la teoría del espejo en nosotros, tengamos en cuenta las leyes que la rigen.
Todo lo que me molesta o quiero cambiar de la otra persona, está en mí. Esto significa que aquello que nos incomoda de los demás, está, de alguna manera, presente en nuestro interior. Por tanto, somos nosotros quienes debemos cambiarlo.
Todo lo que me gusta de la otra persona, también está dentro de mí. Lo mismo sucede cuando nos agrada algo de los demás. Sin embargo, en este caso, la envidia juega un papel importante, pues no se envidia lo que se tiene. Por tanto, cuando esta emoción venga a nosotros, es importante analizar qué es lo que tiene el otro y nosotros no, y por qué eso nos convierte en unos envidiosos.
Todo lo que la otra persona me critica, o juzga, si me molesta o me hiere, está reprimido en mí y necesito trabajarlo. Cuando alguien nos critica y nos molesta, lo más probable es que eso está en nuestro interior y que la mejor solución es trabajarlo.
Todo lo que la otra persona me critica, juzga o quiere cambiar en mí sin que me afecte, le pertenece a él. Esta ley es contraria a la anterior. Cuando nos critican y nos nos afecta, entonces el problema lo tiene la otra persona. En este caso, la teoría del espejo se ponen en contra de ellas.
Heridas emocionales
Con un parche no curamos. Cuando nos hacemos una herida primero expresamos nuestro dolor; y cuando logramos calmarnos, procedemos a limpiarla y a curarla con las recursos necesarios. No la tapamos y nos olvidamos, porque sabemos que así no se curará. Lo mismo debería ocurrir con otro tipo de heridas. Todos tenemos heridas emocionales, las cuales refieren a esas emociones, pensamientos y modos de actuar que nacieron en uno o en varios momentos dolorosos de nuestra vida y que no hemos llegado a superar y aceptar.
Nos hemos convertido en prisioneros de esas emociones manteniéndonos en una cárcel ficticia. Nuestro bienestar pasa por transformar esas emociones y esos modos de pensar en sabiduría y experiencia, de modo que nos sirvan como impulso para superarnos.
Las heridas como reflejo
Cuando nos olvidamos de nuestras heridas, estas acaban formando parte de nuestro inconsciente e influyendo en nuestros pensamientos, estados de ánimo y comportamiento. En nuestro interior empiezan a habitar carencias afectivas que se originaron en nuestra tierna infancia, pero que despiertan y/o se refuerzan cuando no sanamos. Así, en muchas ocasiones encontramos en nuestra pareja carencias muy similares a las nuestras. Y eso es precisamente lo que provoca la unión. Por ejemplo, dos personas que sufrieron mucho por amor se encuentran y descubren que el amor no es sufrimiento. A esta pareja les ha unido la misma herida. Ambos se hacen de reflejo. Pero hay que ir con cuidado, porque las heridas que unen también pueden separar. Si cada miembro de la pareja no cura sus heridas, arde o temprano empezarán a deteriorar la relación. Inseguridades, miedos, celos, posesión… Es como si la vida procurase enviarte reflejos que te marcaran el camino por el que avanzar para crecer. Por tanto, si no los analizas y haces caso a la información que te dan, no evolucionarás -o lo harás más lento- y tus relaciones serán más frágiles. Por ello, los vínculos que mantenemos con los demás, teniendo en cuenta la teoría del espejo, pueden aportarnos una información muy valiosa sobre nosotros y el estado de esas heridas que todavía no hemos integrado en nuestra historia.
Cómo aplicar la teoría del espejo a tu favor
La teoría del espejo es una excelente herramienta para dirigir la mirada a nuestro interior y trabajar aquellos aspectos de la personalidad que interfieren con nuestro crecimiento. Por tanto, podemos utilizarla a nuestro favor de la siguiente manera:
Reflexiona cada vez que algo te moleste del otro o te provoque envidia y analiza si dicho aspecto está reflejando algo interno propio. Por ejemplo, si el comportamiento de alguien te irrita, analiza en qué medida tú actúas de ese modo, en cuáles situaciones y con quiénes.
Acepta que se trata de un aspecto de tu personalidad. Aceptar que en nuestro interior encontramos aspectos que rechazamos no suele ser una tarea fácil. Precisamente por ello, nuestra psique las proyecta en los demás como un mecanismo de defensa. Por tanto, debemos ser capaces de asumir la realidad, por más dura que ésta sea.
Identifica qué quieres cambiar y cómo. Si te molesta que la otra persona sea soberbia, quizá sea eso lo que debes cambiar de ti mismo para estar mejor contigo mismo y con los demás. Por tanto, una vez que hayas identificado qué es aquello que deseas mejorar, piensa qué acciones puedes poner en macha para superar esa problemática.
Apóyate en los demás. Puedes hablar con tu círculo más cercano sobre tus proyecciones y constatar con ellos si, en efecto, cumples con las cualidades que te molestan del otro. Ellos pueden darte otra perspectiva de tu forma de ser, lo cual es muy valioso.
Como vemos, tomar conciencia de este mecanismo mental puede ser una gran oportunidad para potenciar el autoconocimiento. Pues, al ser conscientes de todo lo que proyectamos en los demás, puede ayudarnos a conocer cómo somos en realidad.
Fuente: Psic. Gema Sánchez Cuevas Fotos: Internet
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