Las personalidades pasivo-agresivas suelen esconderse detrás de una aparente depresión. Se muestran frágiles y necesitadas de ayuda, pero lo cierto es que detrás de esa imagen se dan comportamientos deliberados que pretenden pasar por accidentales. Actitudes encaminadas a hacerte sentir mal.
Las personalidades pasivo-agresivas suelen esconderse detrás de una aparente depresión. Se muestran frágiles y necesitadas de ayuda, pero lo cierto es que detrás de esa imagen se dan comportamientos deliberados que pretenden pasar por accidentales. Actitudes encaminadas a hacerte sentir mal. La indiferencia de las personas pasivo-agresivas es una de las muchas armas arrojadizas que manejan con habilidad. Son personas que viven en un profundo resentimiento y castigan pasivamente a cualquiera que tengan cerca. Son imposibles de tratar a nivel comunicativo. No saben o no tienen intención alguna de expresarse, pero son capaces de acumular mucha rabia y mucha ira contenida en esos silencios.
¿Qué son las personalidades pasivo-agresivas?
Los pasivo-agresivos responden a un tipo de personalidad que se centra exclusivamente en lo negativo de sus vidas y de las vidas ajenas. Son incapaces de involucrarse en relaciones personales. Son personas muy sensibles a la crítica y hacen gala de bastante mal humor. Sus quejas son interminables y ninguna solución a sus problemas, reales o imaginarios, les parece buena. Rara vez cuentan con amigos íntimos. Mantienen relación casi exclusivamente con familiares muy allegados. En general, son muy prudentes en su trato hacia los demás y carecen de habilidades sociales. Siempre son los demás los culpables de sus frustraciones. Saben tocar todos los botones de quienes tienen cerca para inyectarles su veneno. La mayoría piensan que los demás no les prestan la atención que merecen. Necesitan tener sobre ellas la atención de los demás. Piensan que no se les valora lo suficiente y que en la mayoría de las ocasiones se les trata de forma injusta. Olvidan sus obligaciones y esquivan los compromisos. Cuando no lo pueden hacer, teatralizan un esfuerzo mayor de lo que les supone en realidad la propia tarea. Por otro lado, los favores que hacen siempre les supone un gran sacrificio.
La indiferencia en las personas pasivo-agresivas
A los pasivo-agresivos les resulta muy difícil mantener un debate con alguien. No tienen ninguna capacidad asertiva y temen ganarse con sus opiniones el rechazo de los demás. Se sienten cómodos cuando la conversación gira en torno a otros: en este contexto comunicativo “se sienten a salvo”. El silencio y el sarcasmo despectivo son los dos pilares de la indiferencia de las personas pasivo-agresivas. Evitan involucrarse en actividades en grupo porque sienten un gran desprecio por el talento ajeno. Prefieren juzgar a los demás desde la distancia, sin intervenir para evitar ser juzgados. La indiferencia de las personas pasivo-agresivas es una forma de venganza y de manipulación que crea un gran malestar en quien la sufre. Es un tipo de interacción que provoca mucha tensión mental. Someten a las personas de su entorno a un silencio agresivo y a un maltrato encubierto. Sus víctimas entran en una rueda interminable de conjeturas ante la falta de respuestas claras. El único objetivo de la indiferencia de las personas pasivo-agresivas es la de hacerte sentir mal por las carencias que ellos acarrean. Así, pueden culparte por algo que ellos mismos hicieron o para encubrir una envidia malsana que les corroe. Son personas que desgastan, literalmente, a todo el mundo.
Víctimas de los pasivo-agresivos
Sus principales víctimas son personas generosas que se ven atraídas por la imagen que las personas pasivo-agresivas son especialistas en ofrecer. Un pasivo-agresivo siempre dice estar necesitado de ayuda y de protección. A este tipo de personalidad no le gusta que nadie maneje las situaciones, pero al mismo tiempo es capaz de reprocharles a los demás que no asuman el control. En sus manos suelen caer personas que “necesitan que las necesiten”. Personas que se sienten bien siendo necesitadas. Es con ellas con quienes se ceban. Sus silencios y su indiferencia pueden durar días. Si se les pregunta por qué actúan así, te dirán que es fruto de tu imaginación. Lamentablemente, las personas pasivo-agresivas tienen pocas probabilidades de cambio. Hay que pensar que este tipo de personas suelen provenir de entornos familiares donde las actitudes pasivo-agresivas eran las dominantes. Estos son los referentes que tienen. Por eso es tan difícil provocar el cambio en ellos. Han aprendido que la manipulación pasiva es la única manera que tienen de conseguir posiciones de poder en sus relaciones.
¿Cómo actuar ante la indiferencia de las personas pasivo-agresivas?
El consejo más sabio, cuando se puede seguir, es el de alejarse todo lo que sea posible de este tipo de personas; sin embargo, hay circunstancias en las que no podemos elegir esta opción. No hemos elegido a todas las personas que están en nuestras vidas ni tampoco podemos alejarnos todo lo que nos gustaría de ellas. Existen muchos casos de madres, padres y familiares muy cercanos en situación de dependencia con esta personalidad. La única forma de interactuar con los pasivo-agresivos, sin correr peligro, es no cediendo a su control. Hay que poner límites y no dejarse envolver por su indiferencia y sus críticas amargas. Hay que replegarse hacia dentro y reconocer que detrás de esa armadura venenosa que llevan puesta se esconde alguien lleno de carencias. Alguien que busca, sobre todo, proyectar en los demás su frustración. Y hay que hacerlo antes de que te hagan caer en el mismo estado en se encuentran ellos. Mantener la calma es la mejor arma contra un pasivo-agresivo. Lo que quiere es controlarte y hacerte sentir mal para aliviar momentáneamente sus propio malestar. La mejor manera de conseguir esto es viéndolos como niños asustados, con un ego desmedido y queriendo salirse con la suya, que en realidad es lo que son. Para finalizar, recordar que sobre el trastorno de personalidad pasivo-agresivo existe cierta controversia en cuanto a su inclusión o no en los diferentes manuales diagnósticos. En este sentido podemos consultar el estudio realizado por los profesores Scoltt Wetzler y Leslie C. Morey en la revista de toxicomanías.
Fuente: Psic. Sergio De Dios González Fotos: Internet Redacciçon: Elvis Santiago
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