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Foto del escritorLa Inigualable

La alta sensibilidad es defenderse de un mundo de alfileres

El hecho de ser alguien altamente sensible implica necesariamente pasar por un duro proceso de crecimiento, con el objetivo de no sufrir ante las adversidades del entorno. Te lo explicamos las bases neurológicas y consecuencias de este rasgo.

La alta sensibilidad se considera un don, una forma especial y muy intensa a nivel emocional de ver y entender lo que nos rodea. Ahora bien, para muchas personas es como habitar en el interior de un globo rodeado de un mundo de alfileres. Ser altamente sensible (PAS) supone sobre todo prestar, casi de forma instintiva, una mayor atención al detalle y a las sutilezas del entorno. Desmenuzamos cada palabra, cada gesto, cada tono de voz para deducir una información que otras muchas personas no atienden o no perciben.

Hay gente que viaja hasta la cima más alta de una montaña para ver las estrellas, en cambio, la alta sensibilidad pone la luz del firmamento en nuestro corazón para ver con mayor detalle las luces y las sombras de las personas.

Ser más receptivo a las emociones o a las incongruencias de aquellos que nos rodean nos conduce muchas veces a acabar en el abismo de la indefensión. Así, terminamos viviendo en un mundo que no siempre entendemos y que muchas veces, nos aboca a una depresión.

La alta sensibilidad: un cerebro muy receptivo a las sutilezas del entorno

Elaine Aron es la máxima autoridad del estudio de la alta sensibilidad, tras acuñar el término en 1991. Lejos de ser un subtipo de la personalidad introvertida, las personas altamente sensibles (PAS) reflejan en realidad un conjunto de rasgos muy distintivos. Ahora bien… ¿Qué mecanismos subyacen a este tipo de percepción, emoción e intuición? Si tenemos en cuenta que esta dimensión no se conocía hasta los años 90, existirá una pequeña parte de la población que hasta hace bien poco, no entendía por qué “se sentían diferentes”.

Si eres lo bastante afortunado como para sentirte diferente a los demás, no cambies: es un don que te hace único y que te permitirá ver el mundo con mayor plenitud, con mayor lucidez.

Sabemos también que a veces, el término “ser diferente” está estigmatizado y lo que es aún peor, siempre va de la mano de ciertas dosis de sufrimiento. La persona altamente sensible está cansada de escuchar cosas como “te tomas las cosas muy a la tremenda”, “es que todo te afecta”, “es que no se te puede decir nada”. Según un trabajo llevado a cabo en el 2010 y publicado en la revista “Social Cognitive and Affective Neuroscience” la razón de que esta personalidad sea más sensible a todo tipo de estímulos, tanto físicos como emocionales, tiene su explicación a nivel neurológico.

Bases neurológicas de la alta sensibilidad

Elaine Aron junto a sus colegas y psiquiatras, como el doctor Arthur B. Lintgen, llevaron a cabo un experimento en el cual, se exponía a dos grupos de sujetos experimentales una serie de estímulos visuales, tanto luces de colores como simples dibujos.

Fue de este modo como pudieron descubrir lo siguiente:

  • Las personas altamente sensibles relacionaban a cada estímulo con una emoción. Sus mecanismos neuropsicológicos asocian los estímulo visuales, auditivos o táctiles con una sensación determinada.

  • Las áreas del cerebro asociadas con la conciencia, la emociones, los sentimientos de empatía y las conocidas “neuronas espejo” están más activadas que en las personas que no presentan una alta sensibilidad.

  • El umbral de dolor de las personas altamente sensibles es muy bajo, de tal modo que una luz intensa o el roce de la ropa puede hacerles daño.

  • La alta sensibilidad se relaciona también con una capacidad excepcional para captar detalles y variaciones en los objetos, entornos o personas. Esto se explica por una mayor activación en las áreas del cerebro involucradas en la asociación de la información visual y en la atención.


Un mundo de alfileres: alta sensibilidad y depresión

Una de las cuestiones más planteadas es si las personas altamente sensibles (PAS) son más proclives a la depresión. La respuesta es sencilla: no más que la mayoría. No obstante, sí sufrirán más la tristeza cotidiana, la decepción, la sensación de sentirse diferentes. No obstante, todo ello no determina la aparición de un estado depresivo.

Las personas altamente sensibles serán más propensas a la depresión en estos casos:

  • Haber sufrido una infancia traumática o problemas familiares.

  • No saber que son altamente sensibles y atribuir estos rasgos a “ser débiles”, más vulnerables que el resto y por tanto, que tiendan al aislamiento.

  • Las personas con alta sensibilidad deben cuidar de su autoestima, comprender cómo son y controlar “la sobreestimulación” en su día a día.

  • Frecuentar entornos de presiones, desavenencias, en el que se agolpen muchas personas, sonidos y luces, puede hacer que se eleven sus niveles de cortisol, y derivar así, en un estado de estrés y ansiedad muy destructivo. Es necesario controlar todo estimulo y disfrutar de nuestros instantes de soledad.

Lejos de ver lo que te rodea como un escenario lleno de alfileres y de enemigos que nos hacen daño, álzate como tu mejor amigo, disfruta de la música, del arte, de este mundo lleno de maravillosas sutilezas que pueden enriquecerte si lo permites.

Una persona PAS debe ser consciente de su sensibilidad, hacer de su don su fortaleza y entender que la suya es una vida que nace del corazón, una virtud excepcional que los diferencia del resto.

Fuente: Psic. Valeria Sabater Fotos: Internet

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