Prolongar situaciones en la que no estamos bien, en las que alguien nos hace daño o simplemente en las que sucede algo que no nos gusta es muy habitual y nos ha ocurrido a todos más de una vez. Cualquier escritor sabe que poner el punto y final es una de los retos más difíciles que presenta una novela.
Muchas veces el miedo nos paraliza, como una forma en la que nuestro instinto de supervivencia se manifiesta, pero cuando superamos esa barrera, el miedo se disipa. Esto ocurre así porque en la mayoría de las situaciones lo que nos da miedo no sucede o si sucede aprendemos a gestionarlo.
“Estás entre lo que quiero tener y lo que me da miedo tener.” -Marilyn Monroe-
Dar por finalizada una situación es difícil porque nuestra mente nos lo complica con imaginaciones, con premoniciones que la mayor parte de las veces son improbables y con nuestra opinión sobre lo que pensarán de nosotros. Parece que después de ese final no hay nada, hay un vacío en el que desconocemos qué sucederá, pero es necesario pensar que muchas veces las mejores oportunidades están más allá del miedo. Más allá de la situaciones que nos aterran.
Poner fin a una relación de pareja es algo que nos puede parecer muy complicado, por ejemplo. Pero si piensas en cómo estarás dentro de un año con esa persona a la que quizás no quieres ya, o que no te demuestra su cariño, verás que no es el lugar que quieres para ti.
“Siempre hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cerrando ciclos, cerrando puertas, terminando capítulos, no importa el nombre que le demos, lo que importa es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya se han acabado”.
-Paulo Coelho-
La doble visualización de lo que pasaría -si haces lo que te da miedo y si no lo haces- nos da una perspectiva muy realista de la situación y nos ayuda a gestionar nuestro miedo y a pensar con objetividad. La misma técnica se puede utilizar cuando se trata de nuestra vida laboral o del resto de situaciones que no nos hacen felices.
Mi pareja va a cambiar, con el tiempo todo cambiará, en el trabajo va a ir todo mejor, que mi pareja no me quiera es culpa mía… Estas frases nos las hemos dicho todos más de una vez a lo largo de nuestra existencia y veces continuamos pensando de esa forma, sin darnos cuenta de que nos estamos engañando a nosotros mismos. Olvidando que quienes tenemos que cambiar somos nosotros no los demás.
Nuestro cerebro es muy hábil para que nos autoengañemos, porque su finalidad es la supervivencia del organismo y para ello elabora y a veces deforma de manera magistral la información que reciben los sentidos. Todas las personas tenemos puntos ciegos en nuestro cerebro, que son aspectos de nuestra vida en los que somos proclives al autoengaño. Deformamos la realidad para que sea como deseamos y tendemos a ver solo lo que queremos ver.
“Pensar lo que piensas te hace humano, el autoengaño te enferma”
-Walter Riso-
Lo más importante en estas situaciones es ser muy honestos con nosotros mismos y ver la realidad (cruda o no). Aunque necesitemos un tiempo para aceptarla, lo mejor es saber cómo es la realidad. Cuanto antes la aceptemos, antes podremos seguir adelante. Puede que tengamos cierta culpa en la situación y la tendremos que aceptar, un signo de madurez es aceptar nuestra responsabilidad.
Un aspecto muy importante para ver la realidad tal cual es, con toda su crudeza, contar con la mirada de las personas que nos quieren y que nos respetan. Pregunta a tus amigos, a tus familiares, a las personas que aprecias, deja que expresen lo que piensan, reflexiona sobre lo que te digan y saca las oportunas conclusiones sobre la realidad de las situaciones que no ves o que no quieres ver.
Superar lo que nos da miedo, seguir adelante, confiar en nosotros mismos, poner fin a las cosas cuando es necesario son partes importantes de nuestro aprendizaje para ser personas completas y sabias, para aprender que la forma en que vivimos la vida, en la que sentimos está en nuestras manos. Al final somos nosotros los que modelamos nuestros sentimientos y nuestras emociones. En este acto se encuentra una de las mayores fuentes de belleza de la vida y si somos ciegos ante ella, nos la perderemos. Por nosotros y, después también, por los que nos quieren y son sinceros, honestos y leales.
Fuente: Psic. Gema Sánchez Cuevas Fotos: Web / Archivo
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