Las buenas personas no nacen, se hacen. Sus pilares son la humildad, la benevolencia y la sinceridad, entre otros. Descubre los principales a continuación.
Las buenas personas no nacen, se hacen. Para ello debes comprometerte y esforzarte en tomar decisiones congruentes con dicho anhelo. En este artículo revisaremos los rasgos más importantes que caracterizan a este tipo de personas. Es preciso aclarar que no son las únicas características, pero sí son las más destacadas. Ser bueno comprende un conjunto de comportamientos, valores y actitudes que se despliegan a lo largo de diferentes situaciones. En una investigación transcultural, realizada por Smith et al. (2007), se recopilaron prototipos de lo que las personas consideran una “buena persona”. Lo que hallaron estos investigadores fue que la benevolencia, la conformidad y el tradicionalismo eran los rasgos que más se les atribuían a las buenas personas. Lo vemos a continuación.
1. La benevolencia
Una persona buena se caracteriza por buscar el bienestar de las personas con las que tiene un contacto. Así, la persona benevolente es capaz de salir de la burbuja del yo para pensar en los otros, en su bienestar, en su calidad de vida y en sus necesidades. La benevolencia es importante no solo para nuestras relaciones interpersonales cotidianas, sino también para la sociedad en general. La disposición humana a ser benevolente es esencial a nuestra naturaleza y es el fundamento para la vida en sociedad (Pinedo,2018). Así que, si queremos ser buenas personas, debemos empezar a cultivar la benevolencia en nuestra cotidianidad.
2. La conformidad
Cuando hablamos de que las buenas personas tienen conformidad, no nos referimos a que son conformistas o que simplemente se adecuan a las opiniones del grupo. Nos referimos a la capacidad que ellas tienen de moderar sus acciones, inclinaciones e impulsos para no ofender ni perjudicar a otros ni violar las expectativas sociales o las normas (Schwartz, 1992). La moderación de la persona buena se manifiesta en sus actos y en la relación con los placeres. El hombre moderado no es moderado en todos los apetitos, sino en lo que respecta a los objetos de los sentidos del gusto y el tacto (Giraldo, 2015). La moderación lleva a las personas a evitar los extremos y a mantener un equilibrio en sus acciones.
3. El tradicionalismo
Schwartz et al. (2000) definen el tradicionalismo como el respeto, el compromiso y la aceptación de las costumbres e ideas que propone la tradición cultural. Las buenas personas sienten un profundo respeto por las costumbres culturales bajo las que se han desarrollado. El compromiso que tienen con su cultura les lleva a buscar siempre lo mejor para ella. Por lo tanto, este tipo de personas respetan la tradición. Pero, ¿qué es la tradición? Básicamente, es una construcción social que cambia temporalmente de una generación a otra. La tradición varía dentro de cada cultura, en el tiempo y según los grupos sociales; y entre las diferentes culturas (Arévalo, 2004). La persona buena sabe entender estos cambios, los acepta y se compromete con ellos en busca de lo mejor.
4. La sinceridad
La sinceridad es otro de los rasgos de las buenas personas. Aunque no solo son sinceras, son muy empáticas al decir la verdad. Hay muchas personas sinceras, pero de manera grosera e hiriente. Las personas buenas no son indiferentes ante los sentimientos que suscitan al decir la verdad. Por tanto, ellas son muy cuidadosas de no ofender o herir al decir la verdad. Al fin y al cabo, la sinceridad expresa con absoluta verdad y asertividad lo que siente y lo que es. Se trata de un valor importante, ya que mediante ella se pueden tener mejores relaciones, respetando los demás y a uno mismo.
5. La humildad
Las buenas personas son humildes. Nunca se sienten superiores a los demás y ni les mirarán con desdén. Reconocen que todas las personas tienen sus propios proyectos y metas, por tanto, respetan el éxito ajeno y no se interponen en él. La humildad conduce a la sencillez. Por ello, las personas que optan por la bondad disfrutan de las cosas pequeñas de la vida y de la compañía de sus seres queridos. Valoran que en la sencillez de la vida es donde se encuentran la felicidad y la tranquilidad.
A modo de conclusión, las buenas personas son una integración de virtudes que los ayudan a cultivar una vida valiosa, no solo para ellos, sino para los demás. Ser bueno no solo implica dejar de hacer el mal o evitar caer en él, ser bueno es una voluntad de actuar de manera activa ante la vida, buscando favorecer siempre el desarrollo de esta en todos sus niveles.
Fuente: Psic. José Padilla Fotos: Internet Imágenes: Internet
Bibliografía
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Schwartz, S. H., Sagiv, L., & Boehnke, K. (2000). Worries and values. Journal of personality, 68(2), 309-346.
Schwartz, S. H. (1992). Universals in the content and structure of values: Theoretical advances and empirical tests in 20 countries. In Advances in experimental social psychology(Vol. 25, pp. 1-65). Academic Press
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